lunes, 2 de julio de 2012

La lenta agonía de Buenos Aires

Hermoso, tranquilo y sobre todo con mucho potencial turístico; con esas palabras se podría describir al balneario de Buenos Aires, que fue bautizado así por su ilustre benefactor Víctor Larco Herrera. Al comienzo siempre fue un pequeño poblado, pero al transcurrir de los años su población fue aumentando de manera considerable. Es lamentable ver cómo la naturaleza y también el descuido de los funcionarios haya logrado destruir casi por completo la hermosura de este balneario.



Muchos de los moradores de este balneario, y en general los pobladores de Trujillo, siempre tendrán un aprecio especial por Buenos Aires. Muchas veces acuden a ver con nostalgia lo que ha quedado de la playa. Pero tanto ellos como las autoridades saben del grave riesgo que existe ahí. El avance del mar, devorando las pocas resistencias naturales y ahora también la resistencia puesta por los muros contenedores que coloco la municipalidad, que parece increíble que tanto el municipio de Trujillo y de Buenos aires como los propios moradores no tomen cartas en el asunto.  Es demasiado peligroso el acceso  a la playa, tanto como por la presencia de personas de mal vivir dado el abandono de las viviendas, prácticamente con la puerta en el mar, como por lo resbaladizo de las piedras que se encuentran en la mera playa.
Sería realmente hermoso poder revertir toda esta situación y de esta manera disfrutar nuevamente de todo el esplendor y hermosura de este bello balneario, que alguna vez fue el favorito de Víctor Larco, a quien por merecido homenaje el distrito al cual pertenece este hermoso balneario lleva su nombre.

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