lunes, 2 de julio de 2012

El “Morillas”, una tradición que perdura

Entrevista al Señor Carlos Morillas, nieto del fundador del popular “Restaurant Morillas”
Es sábado por la mañana y estamos de vuelta en Buenos Aires, esta vez para conocer al dueño del histórico “Morillas”. Nelly y yo nos aventuramos a entrar en el restaurante, ubicado una cuadra antes de llegar a la playa, con una fachada amarilla reluciente, y anuncios de cerveza pintados sobre su pared, nos preguntamos si este es el restaurante olvidado del que nos habló el profesor.
Le preguntamos a la recepcionista por el dueño y nos dice que está afuera. No vimos a nadie así que decidimos esperar. Minutos después llega un señor de aproximadamente unos 50 años, alto y de complexión atlética. Dudamos que ése señor fuese el abuelo de nuestro contacto, pero igual le preguntamos. Efectivamente no era él a quien buscábamos, pero enseguida nos señala: “Ahí donde dice copias lo encontrarán”
Tocamos y salió a recibirnos un anciano de aproximadamente unos 75 años, con un perro a su costado, el lugar por fuera estaba completamente corroído por la cercanía que tiene con el mar y la falta de mantenimiento, pero por dentro era un restaurante pequeño con seis mesas limpias y sillas de plástico blancas. Observamos un cartel despintado que decía “Restaurante Morillas” y supimos de inmediato que estábamos en el lugar correcto y con la persona correcta.
Buenos días señor Carlos, cuéntenos por favor ¿Cómo inició este negocio?
Esto inicialmente fue una caleta de pescadores, en el tiempo de verano la gente venía con la inquietud de llevarse un pescado fresco. Venían con toda la familia con el fin de deleitarse y pasar un rato agradable. Como eran prolongados los momentos que pasaban en la playa comienza a surgir la necesidad de alimentarse en algún lugar cercano y preguntaban “¿oye, no te apetece comer algo?”, entonces nace la inquietud del restaurante, prácticamente en la cuestión culinaria somos  nosotros los pioneros en Trujillo.
¿Hace cuánto tiempo existe “El Morillas”?
Esto tiene más o menos un arraigo de afluencia de 1930, cuando a la gente le nace esta necesidad, y no solamente nosotros iniciamos, sino también los Valeriano, Baquedano y Soriano. Pero se da la predilección por nosotros.
Leímos hace un momento que le dan el apelativo de “Casino”, ¿Por qué?
Esto lo frecuentaban personas de las haciendas “Casa Grande”, “Chiclín”, “Los Gildemeister”, “Los Larco”, ellos lo construyeron con el fin de tener algo parecido a las salas de juego que había en Europa, era su distracción venir a jugar en un sitio tranquilo, es por eso que emplearon ese estilo y ya con el tiempo nosotros lo cambiamos a restaurante, pero lo compramos construido. Poco a poco fuimos modificándolo. 
De inmediato don Carlos nos muestra una fotografía en blanco y negro. Observamos una casita de madera que no reconocemos al principio, pero él nos va explicando y reconocemos que es la casa donde nos encontramos, muchos años atrás, con una salida que daba hacia el mar, tipo muelle.
Además nos enseña otra imagen más pequeña (a color) que es el recorte de una lámina: “Esto tenía una sala para ambos lados y en medio parecía así como el muelle de Huanchaco, tenía más o menos unos 40 metros, sino que ahora el mar ya ha cobrado pues”, nos dice con tristeza. “Después nosotros comenzamos a cerrar todo este espacio que ahora ve, porque ya la gente se comenzaba a llevar la madera de abajo”
¿Usted vive actualmente en esta casa?
Sí, mantenemos esto todavía, Dios mediante.
Entre otras cosas que puede recordar a la perfección, a pesar de las canas, nos comenta sobre los potajes de esa época, afirma que brindaban todo a base de pescados y mariscos, ceviche, causa en lapa, chupe y escabeche de corvina y otros como el cabrito con su arroz con frijoles, arroz con pato, pepián de pava, cuyes en ajiaco. A mi compañera y a mí se nos abrió un apetito voraz con tan sólo oír las exquisiteces.
Nos dice que son reconocidos a nivel internacional, y que han recibido en aquella época cartas de agradecimiento por la rica sazón “Lo nuestro no lo saborean en ningún  otro sitio” afirma. 
¿Qué personajes famosos han pasado por aquí?
Los que han frecuentado han sido, el doctor Manuel Prado, estamos hablando del año 1940, él vino a Trujillo como candidato, hizo su mitin y luego vino a comer aquí, yo de niño los he visto… (Hay un silencio sepulcral y mi compañera y yo nos quedamos asombradas)… esa es una suerte única ¿cierto?, mucha gente ya quisiera haber conocido a sus líderes políticos, y vienen a preguntarme como eran ellos, que les gustaba comer, como vestían, entre tantas cosas y les cuento pues, algo que ellos conocen solamente por fotografía. (Reímos)
Incluso en ciertas oportunidades venían gente de cierto grupo político por acá, y el partido opuesto por el otro lado (Pone una cara de susto y nos mira. Reímos al imaginar la situación que acaba de recordar a raíz de su expresión) pero nosotros tratábamos de moderar la situación y decíamos: ¡Cualquier cosa, tienen la playa que es amplia!”
Entre sus ir y venir de temas y recuerdos el señor Morillas nos recalca que el actual Gastón Acurio, imagen emblemática de la gastronomía peruana venía a al almorzar aquí al “Morillas” cuando era chiquito, ya que su madre es trujillana, “entonces parece que desde ahí se va elaborando una inquietud para él, al probar nuestra sazón” afirma. “Por aquí han pasado ilustres personajes, diplomáticos, presidentes de la república, después del área castrense, episcopal  y judicial”.
¿”El Morillas” que vimos antes de llegar tiene alguna relación con usted?
Si él es mi sobrino, hijo de mi hermana, lo que pasa es que esto se pasa de generación en generación.
¿Han pensado en expandirse al centro de la ciudad?
Hay una inquietud nuestra de aperturar en Trujillo una pequeña sucursal con el fin de mantener la línea, hay mucha gente que nos pide eso, aunque no dejamos de tener nuestros clientes que aún nos visitan por aquí, son pocos por supuesto.
¿Cómo son los meses de verano ahora?
Con el problema de la erosión costera prácticamente se ha suprimido la afluencia de gente y… no hay playa, al no haber playa ya la gente opta por irse a Huanchaco u otras playas un poquito más lejos como Tortugas o Puerto Malabrigo.
¿Y no le da miedo que el mar se traiga abajo la casa?
¡No!, ¡cómo que no!, ¡caramba que sí!, en realidad somos los primeros afectados, por eso pueden ver que hay costales afuera protegiendo toda el área. La ola de todas maneras va a agarrar, pero ya es menos ¿no? 
¿Cómo se siente al ver la playa?
Es una nostalgia única, disfrutábamos de esa época. Había cien metros más de playa, de arena, era muy bonito, el hecho de ver esas playas prácticamente deterioradas y que ya no existan genera una nostalgia tremenda. Uno de niño y de joven siempre ha tenido como norma ir todas las mañanas hasta la orilla del mar y sentirse satisfecho, es como un alimento espiritual, pero como le digo las cosas van cambiando.
Muestra tristeza en su voz y preferimos dejar el tema por concluido, pero al instante salta a su memoria los recuerdos de las fiestas de carnavales y del “Ño carnavalon” y nos afirma con una sonrisa, Oiga, recordar es volver a vivir”
¿Qué es lo que espera para Buenos Aires?
Bueno en lo que respecta acá a la erosión costera, es que las autoridades le pongan un poco más de empeño ya que es la playa más cercana a Trujillo. Que tomen en consideración eso y que hagan trabajos para evitar que siga este mal, depende de las autoridades.
Nos despedimos con un abrazo tierno y fraternal, prometiendo volver con una copia de lo redactado, y sintiéndonos dichosas de tan grata conversación.
  Carlos Morillas y Andrea Cruzado Paredes

1 comentario:

  1. Que nostalgia... Vivi los primeros años de mi vida en el balneario de buenos aires... Que recuerdos con mi abuelita y mis tías...

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