En medio de Buenos Aires hay un pequeño tesoro
oculto para algunos de los viandantes que caminan por las calles erosionadas de
Víctor Larco. Se trata de la iglesia “Santa Rosa de Lima”. La iglesia fue
erigida durante el siglo XIX y estilo barroco.
Cuenta la tradición que fue fundada por un
grupo de personas que veraneaban en este balneario, querían compartir el
ejercicio católico de la Santa Misa.
Bajo este entusiasmo la señora Sixtilia de Ferrer alzó una capilla de barro y caña y la bautizó con el nombre de
“San José”. El cambio de nombre ocurrió 50 años atrás, después del terremoto de
1970 cuando el Padre de ese entonces Jacinto Ojeda, de la congregación de los
claretianos, forma la Hermandad de Santa Rosa.
En sus primeros años los sacerdotes que
llegaban eran los padres Carmelitas y conforme el tiempo pasaba y el distrito
se poblaba la parroquia llegó a tener la importancia que tiene ahora.
La parroquia Santa Rosa de Lima está ubicada en una plazuela central en Buenos Aires. Se trata de un templo con una cruz latina, fachada sencilla y un techo de madera, pero que luce humedecida por la brisa marina, con un impresionante campanario doble de seis arquillos. La edificación posee un altar de estilo barroco y otros rococó sumamente dorados que no se encuentran bien conservados; sin embargo, el altar mayor mantiene su belleza. Allí mismo, en el centro, aparece la Virgen del Rosario junto a San Francisco de Asís, Santo Domingo Guzmán y San Buenaventura todos en viejas tallas de madera policromada. Todo nos habla de secretos bien guardados.
El padre Ignacio Zudupe (65 años) nos habla
de las modificaciones que se ha realizado en estos tres últimos años a la
iglesia y sobre el servicio de ayuda que brinda esta institución a los más
necesitados con la ayuda de los pobladores, ya que la Municipalidad no ha
brindado ninguna apoyo hasta el momento “Cuando llegué la iglesia estaba en un
estado lamentable, con la ayuda de los diezmos hemos podido arreglar algunas
cosas, parchar algunos desperfectos de edificación, el techo y algunas paredes
que se han echado al parecer por la humedad”. “Entre los servicios de ayuda que
brinda la iglesia tenemos: “Santa Rosa
de Lima”, el grupo “Caritas” donde se ayuda a los ancianos, enfermos, a las
personas que más lo necesiten. El financiamiento llega a través de la ayuda de
la propia gente que viene a la parroquia y de los sus diezmos. También, se hacen campañas para
recolectar ropa usada, medicina y lo que les haga falta a los más necesitados”.
El altar mayor ha sido muy retocado pero
conserva sus líneas barrocas y sus esplendores dorados. En la nave de la derecha podemos ver a un
Cristo crucificado, un poco mas allá encontramos lienzos de la escuela cusqueña
con riquísimos mensajes de doctrina. No podemos terminar el recorrido de la
parroquia sin antes detenernos a contemplar bajo las canciones del grupo de la
primera comunión la imagen que da la bienvenida en una de las entradas de la
parroquia. Se trata de “El Señor de Huamán” que se encuentra en una urna donde
todos los fieles dejan sus ofrendas en agradecimiento a los milagros que éste
les concede. Esta imagen fue traída en el año 1899 por dos holandeses franciscanos que quedaron
cautivados por la belleza de esta playa.
La señora Marielena Bravo (58) cuenta que
ella es asistente de la iglesia desde muy pequeña, cuando su madre la llevaba
de la mano todos los domingos en agradecimiento al “Señor de Huamán”.
“Mi mamá me contaba, cuando era pequeña, que
tuvo complicaciones para que yo pudiera nacer y que mi papá rezaba todos los
días para que todo salga bien y luego todo salió bien. Más que el Santo, yo
creo, es la iglesia, donde uno puede encontrar la paz y la antigüedad de esta
te transmite, siempre, algo más. Algo que no podré encontrar en otras
iglesias”, nos confiesa la señora Marianela.
Mientras nos vamos la parroquia nos despide
con esa belleza extraña que recibe con el paso del tiempo, con el maltrato de
la humedad y un paisaje gris.

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